Julio Cortazar, 100 años del gran relator argentino, Parte II


Cortázar dejó tras de sí una novela emblemática como 'Rayuela', usando los finales abiertos de capítulos para implicar al lector y la obra 'Historia de cronopios y famas'. Incluso en la poesía, un género donde no encontró el mismo reconocimiento, aportó textos como 'Pameos y Meopas' o 'Salvo el crepúsculo'.

LA MAGIA Y LO COTIDIANO

"Fue uno de los grandes autores que nos hizo despertar y ver la literatura de otro modo, con una reivindicación muy importante del cuento", explica a Europa Press la escritora Soledad Puértolas, quien ha resaltado la relación "entre la magia y lo cotidiano" que desprendía la escritura de Cortázar.

"No es realismo mágico, pero la magia está ahí, en lo cotidiano y al lado del elemento de sorpresa. Se trata de la magia de los misterios de las personas, la confianza en el azar o la esperanza", señala Puértolas.

A pesar de reconocer que en su escritura se encuentra más de otros autores como Juan Rulfo o Juan Carlos Onetti, la autora señala a 'Final del juego' como uno de los libros que mas le han influido de Cortázar. "Influyó mucho en el relato, nos hizo ver que no era solo costumbrista sino que también buscaba sorprender y aportar otra mirada", apunta.

GIGANTESCO POPULARIZADOR

En esta misma línea se muestra el escritor Ricardo Menéndez Salmón, quien califica a Cortázar como "un gigantesco popularizador" del género del relato. "Es un escritor mayúsculo en ocasiones, ha hecho muchísimo por el género, aunque también es cierto que pudo haber otros más dotados para el relato que por razones complejas no lograron ese reconicimiento", cuestiona no obstante.

Menéndez Salmón reconoce que, en su caso, Cortázar fue una "lectura de juventud" a la que llegó mientras se formaba como escritor. "Soy consciente de que al menos un Cortázar de los muchos que podían influir se plasmó en mis primeras obras, y es el que tiene que ver con los relatos fantásticos y cuentos del último segundo", asevera.

Para este autor, la labor del cuentista hispanoamericano dejó una "impronta irrenunciable" para muchos escritores españoles, que en cierta forma han debido de "pagar el 'peaje Cortázar". Preguntado por su obra favorita, Menéndez Salmón rescata 'Casa Tomada': "todavía sigue fascinándome, es uno de los cuentos más hermosos de la historia de la literatura".

LIBROS SIN ERRATAS

A su muerte, el autor de 'Rayuela' dejó más de cuatro mil volúmenes en su biblioteca personal, entre ellas algunas de sus obras tanto en castellano como traducidas a otros idiomas (a día de hoy, la Fundación Juan Macrh conserva más de 400 de sus libros).

Cortázar fue un escritor metódico que no soportaba las erratas y, de hecho, la web del Instituto Cervantes recoge muchos de sus libros que presentan algún error tipográfico corregido. Entre ellos, destacan los casos en los que se dirigía al propio escritor, como en el libro 'Confieso que he vivido' de Neruda: "¡Ché Otero Silva, qué manera de revisar el manuscrito, carajo".

ESTILO E INFLUENCIAS

Cortázar sentía un gran interés por los antiguos escritores clásicos. En este interés fue fundamental la presencia del profesor argentino Arturo Marasso, quien lo incitó a leerlos prestándole frecuentemente libros de su propiedad. Un punto de inflexión juvenil en su manera de escribir se debió al libro Opio: diario de una desintoxicación de Jean Cocteau, que fue uno de sus libros fijos de cabecera. Cortázar sostuvo así desde su juventud una gran admiración por la obra de este autor, así como por la de John Keats, que continuó siendo con los años uno de sus poetas favoritos.

Asimismo, siempre sintió una gran admiración por la obra del otro gran argentino Jorge Luis Borges, una admiración que fue mutua pese a sus insalvables diferencias ideológicas, pues mientras Cortázar era un activista de izquierdas, Borges fomentaba el individualismo y rechazaba los regímenes totalitarios en general, pese a haber aceptado recibir condecoraciones de países en dictadura. Sus gustos literarios eran muy amplios, y sentía una especial atracción por los libros de vampiros y fantasmas, lo que debido a su alergia al ajo, era motivo de bromas por parte de sus amistades.

El mismo Cortázar afirmaba haber leído más novelas francesas y anglosajonas que españolas, lo que compensaba leyendo mucha poesía española, incluyendo a Salinas y Cernuda, a quienes dedicó comentarios entusiastas.

AMISTADES

Con Carlos Fuentes y el gran Luis Buñuel

Cortázar fue amigo de numerosos escritores, lo que queda plasmado en los más de quinientos libros calurosamente dedicados de su biblioteca personal al momento de su muerte. Mantuvo correspondencia entre 1965 hasta 1973 con la escritora argentina Graciela Maturo. También tuvo varios amigos pintores, como Luis Seoane, Julio Silva, Luis Tomasello, Eduardo Jonquières o Chumy Chúmez, extendiéndose su interés artístico hacia las artes plásticas.

Con Ocavio Paz, quien este año también 
cumple 100 años de nacimiento

Dentro de sus grandes amigos literarios se encuentran, además de muchos otros, Lezama Lima, Octavio Paz, Pablo Neruda y Carlos Fuentes, Cortázar también cultivó junto a su esposa Aurora Bernárdez una estrecha y calurosa relación con la poeta Alejandra Pizarnik, adoptando hacia ella una actitud de hermanos mayores.

Carol Dunlop, su segunda esposa
PAREJAS

En 1953 se casó con Aurora Bernárdez, una traductora argentina, con quien vivió en París con cierta estrechez económica hasta que aceptó la oferta de traducir la obra completa, en prosa, de Edgar Allan Poe para la Universidad de Puerto Rico. Dicho trabajo sería considerado luego por los críticos como la mejor traducción de la obra del escritor estadounidense. Con su esposa vivió en Italia durante el año que duró el trabajo, luego viajaron a Buenos Aires en barco y Cortázar pasó la mayor parte del trayecto escribiendo en su máquina portátil una nueva novela.

En 1967 rompió su vínculo con Bernárdez y se unió a la lituana Ugné Karvelis, con quien nunca contrajo oficialmente matrimonio, pero quien le inculcó un gran interés por la política.

Con su tercera pareja y segunda esposa, la escritora estadounidense Carol Dunlop, realizó numerosos viajes, entre otros a Polonia, donde participó en un congreso de solidaridad con Chile. Otro de los viajes que hizo junto a Carol Dunlop fue plasmado en el libro "Los autonautas de la cosmopista", que narra el trayecto de la pareja por la autopista París-Marsella. Tras la muerte de Carol Dunlop, Aurora Bernárdez lo acompañó nuevamente, esta vez durante su enfermedad, antes de convertirse en la única heredera de su obra publicada y de sus textos.

ULTIMOS AÑOS

En agosto de 1981 sufrió una hemorragia gástrica y salvó su vida de milagro. Nunca dejó de escribir, fue su pasión aun en los momentos más difíciles.

En 1983, vuelta la democracia en Argentina, Cortázar hace un último viaje a su patria, donde es recibido cálidamente por sus admiradores, que lo paran en la calle y le piden autógrafos, en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales. Después de visitar a varios amigos, regresa a París. Poco después François Mitterrand le otorga la nacionalidad francesa.

En París vivió sus últimos años en dos casas, una en la rue Martel y otra en la rue de L'Eperon. La primera correspondía a un pequeño apartamento de tercer piso sin ascensor, cómodo, luminoso y lleno de libros y discos de música, donde solía recibir amablemente continuas visitas de otros escritores que pasaban por la ciudad, en compañía de su gata Flanelle.

Carol Dunlop su compañera, había fallecido el 2 de noviembre de 1982, sumiendo a Cortázar en una profunda depresión. Julio murió el 12 de febrero de 1984 a causa de una leucemia. Sin embargo, en 2001 la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi afirmó en su libro sobre el escritor que creía que la leucemia había sido provocada por el sida, que Cortázar habría contraído durante una transfusión de sangre en el sur de Francia. 

Dos días después, fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la misma tumba donde yacía Carol. La lápida y la escultura que adornan la tumba fueron hechas por sus amigos, los artistas Julio Silva y Luis Tomasello. A su funeral asistieron muchos de sus amigos, así como sus ex parejas Ugné Karvelis y Aurora Bernárdez. Esta última lo atendió durante sus últimos meses de vida, luego del fallecimiento de Dunlop. Es costumbre dejar sobre su lápida distintos recuerdos, tales como guijarros, notas, flores secas, lápices, cartas, monedas, billetes de metro con una rayuela dibujada, un libro abierto o paquetes de cerezas.

En abril de 1993, Aurora Bernárdez donó a la Fundación Juan March de Madrid la biblioteca personal del autor, de la calle Martel, correspondiente a más de cuatro mil libros, de los cuales más de quinientos están dedicados al escritor por sus respectivos autores, y la mayoría de ellos poseen numerosas anotaciones del propio Cortázar, acerca de las cuales habla la obra Cortázar y los libros(2011), de Jesús Marchamalo.

Fonda Argentina: Julio Cortazar, 100 años del gran relator argentino, Parte I

Refrencias
Julio Cortázar - Wikipedia, la enciclopedia libre
http://jighinfo-cultura.blogspot.mx/2014/08/julio-cortazar-cien-anos.html
http://www.march.es/bibliotecas/repositorio-cortazar/


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