El entorno natural del Parque Nacional Laguna Blanca es un importante sitio de nidificación del cisne de cuello negro y fue con el fin de protegerlos que se creó este Parque en 1940.
Al oeste de la provincia de Neuquén y rodeado de un paisaje volcánico en plena estepa patagónica, Laguna Blanca es el hábitat de diversas formas de vida acuáticas y terrestres. Por su importancia se incluye, al igual que otras áreas protegidas, en la lista de humedales de importancia internacional (Convención Ramsar).
Laguna Blanca se encuentra a 1,270 m sobre el nivel del mar y posee una superficie aproximada de 1.700 hectáreas con 30 km de costas. Los arroyos temporarios Llano Blanco y Pichi Ñireco alimentan su caudal que alcanza los 10 metros de profundidad máxima. Los cerros cónicos, de pendientes suaves, y bardas de paredes abruptas rodean la laguna que, al noroeste, presenta una amplia meseta basáltica conocida como la Barda Negra, además de formaciones como el cerro Laguna, de 1.459 m y el Mellizo Sur, de 1.721 m.
El indiscutible atractivo de esta área protegida son sus aves. Además de los cisnes de cuello negro, gallaretas y varias clases de patos, las lagunas reciben a chorlos, flamencos playeros y macaés plateados, entre más de cien especies que visitan las distintas lagunas en diferentes épocas del año.
La rana acuática patagónica, endémica del Parque Nacional y de algunos espejos de agua próximos, parece haber desaparecido de Laguna Blanca a causa de la depredación de truchas y percas y sólo sobrevive en otras lagunas de la Reserva donde no habitan estos peces.
En las paredes de las bardas nidifican aves de presa como el aguilucho común y el halcón peregrino, y por las cornisas puede verse a los chinchillones o vizcachas de la sierra. Este entorno natural también es refugio de pumas, zorros, piches, choiques, gatos silvestres y cóndores.
La flora de la estepa patagónica sufre el embate de fuertes vientos, nieve y escasez de agua en verano, condiciones que originaron su adaptación al medio. En esta Reserva crecen arbustos como el duraznillo, matas, neneo, molle e importantes sectores con pastizales de coirón.
En las costas de la laguna y en los paredones rocosos, pinturas y grabados rupestres testimonian la ocupación de estas tierras cientos de años atrás. Los primeros habitantes utilizaban este sitio como lugar de abastecimiento en sus traslados a lo largo del territorio patagónico. Cerca de la laguna cazaban guanacos, la base de su alimentación, y recolectaban frutos y raíces, además de pescar. Las rocas de basalto y los huesos de las presas les servían para confeccionar sus instrumentos.
Las comunidades mapuches que habitan actualmente las proximidades de Laguna Blanca son los descendientes de aquellos primeros grupos.
Cerca de la zona de Barda Negra, se localizaron vasijas, puntas de flecha y raspadores mapuches, restos de industria pre-cerámica bastante conservada, manos de mortero hechas con lava volcánica, como así también gran cantidad de esquirlas, realizadas en obsidiana (vidrio volcánico) y sílices diversas.
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